EL TERMIDOR VENEZOLANO: LA AGONÍA DE LA REVOLUCIÓN
BOLIVARIANA.
Juan Perelman Fajardo
EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI SE DESVANECE
EN EL HORIZONTE Y PARECE SER SOLO UN ESPEJISMO CREADO POR LA RINBONBANCIA DE LA
PALABRA
Se ha producido un golpe de Estado en
Venezuela. Primero, con la suspensión del referéndum revocatorio. Luego, con la
postergación de las elecciones
regionales a gobernador y con el intento del Tribunal Constitucional de
anular las facultades del ,poder legislativo (la Asamblea Nacional de mayoría opositora).
Por último, con la creación fraudulenta y a la fuerza de una "Asamblea
Nacional Constituyente", órgano que no fue elegido por el pueblo, sino por
el dedo de Maduro y por las cúpulas de poder del PSUV y del ejército, y que
apenas tuvo dos millones y medio de votos de empleados públicos obligados a
votar por la fuerza en una votación de la que se abstuvo la oposición y alrededor
del 85% de la población, incluidos sectores del chavismo críticos y
descontentos con el gobierno de Maduro.
Esta Asamblea usurpadora se apropio de los poderes de la Asamblea Nacional, constituida por el voto de
14 millones de venezolanos y expresión de la soberanía popular de la sociedad
civil venezolana, y la disolvió.
LA INSURRECCIÓN CIVIL CONTRA EL ESTADO
NEOTOTALITARIO
Ante este avasallamiento por parte del
Estado contra la democracia venezolana, el pueblo salió a pelear para defender
la democracia, mediante la desobediencia civil a la dictadura y con multitudinarias
marchas contra el gobierno en Caracas y en todas las ciudades y pueblos de
Venezuela. La represión de la dictadura fue feroz. Hasta ahora hubo más de 150
muertos, miles de heridos y de presos políticos en tres meses de insurgencia
civil. Es la insurrección de un pueblo desarmado contra un gobierno que tiene
las armas y la fuerza bruta para reprimir, como quedó patente en la irrupción
en la Asamblea Nacional de la fuerzas de la Guardia Nacional y grupos civiles
de paramilitares para golpear a los diputados, representantes del pueblo. La
lucha popular ha logrado de alguna manera acorralar a la dictadura que vacila
sin poder imponerse sobre toda la sociedad. El gobierno pretende usurpar la
soberanía popular pero el pueblo está de pie a pesar de no tener armas y de
tener que luchar en la calle en un enfrentamiento desigual con las fuerzas
represivas. El gobierno, de querer imponerse, tendrá que producir un baño de
sangre, pero vacila. El pueblo, aunque desarmado, está de pie y no está dispuesto
a entregarle su libertad y sus derechos a sus verdugos. Por otra parte el
ejército y todas la fuerzas armadas permanecen unidas detrás del dictador. De
hecho la cúpula militar cogobierna con Maduro, pero los mandos medios y los
soldados no están de acuerdo con el gobierno, según se rumorea. Pero hasta
ahora, a pesar de un amago de levantamiento en el regimiento de tanques del ejército
en el cuartel Paramacay por parte de oficiales de baja graduación, capitanes y
tenientes, no ha sucedido nada. Esto pone interrogantes muy dramáticos a la
espera de una definición de las fuerzas armadas. Son horas decisivas, nada está
aún dicho, pero la tensión se prolonga.
La dictadura de Nicolás Maduro ha
dinamitado las bases de la Revolución Bolivariana: la democracia expresada en
la soberanía popular, la democracia participativa, el referéndum revocatorio,
la participación del pueblo, de las grandes mayorías populares excluidas, a
través del sufragio. Lo más terrible es que ha anulado el voto universal e igualitario
(una persona, un voto) por el voto calificado por la propia dictadura, una
pequeña cúpula apartada de la inmensa mayoría del pueblo, que se elige a sí
misma, usurpando la soberanía del pueblo y poniéndose en su lugar. No hay acto
más criminal que aplastar la libertad, la autonomía, los derechos civiles de
los ciudadanos y ciudadanas del pueblo de Venezuela. Es lo mismo que hizo
Pinochet en 1973 con el pueblo chileno. Resulta muy claro que es un golpe de
Estado que ha asesinado la democracia. Y que esto esto suceda en pleno siglo
XXI causa un estupor desolado, es una regresión a la barbarie que creíamos
haber dejado atrás en los años setenta
del siglo pasado. Rompe todos los marcos, los referentes políticos en los
cuales nos movíamos hasta ahora y nos lleva de nuevo al primitivismo político y
al abismo de las sociedades pre-democráticas. Por supuesto que esto nos plantea
a partir de ahora muchos interrogantes para el futuro en América Latina.
Para comenzar a aterrizar en la realidad
venezolana, hay que decir que no se
trata de la Revolución Bolivariana, no se trata de una revolución, sino
de una contra-revolución en marcha lo que está sucediendo con el golpe de Estado
de Nicolás Maduro. Es un proceso contrarrevolucionario y regresivo que se está
produciendo desde la muerte de Hugo Chávez. Son ya unos cuantos años en que se
viene dando la reversión de todo el proceso revolucionario chavista hasta
culminar con el golpe de Estado en el que se elimina al actor principal de esa revolución
que es el pueblo. Al eliminar la democracia se eliminan las libertades
políticas, de reunión, de expresión, de sufragio, el derecho a la vida y a la
integridad personal de los ciudadanos. Ya no existe una justicia independiente
que los defienda y que defienda a la república. Ahora son los tribunales
militares los que juzgan a la gente. El pueblo ha sido eliminado de las
decisiones políticas, económicas y sociales. Es el pueblo el principal enemigo
de los golpistas, quienes lo han reprimido sin piedad. A los prisioneros
políticos se los tortura, no tienen abogados, permanecen semanas, meses y hasta
años sin juicio y sin acceso a una defensa legal de sus derechos. El pueblo
está proscripto por una de las más infames dictaduras que ha habido en nuestro
continente y que también está matando de hambre a sus ciudadanos. En una de las
peores crisis económicas de la historia, el índice de pobreza es el más alto
del continente, un 83%, más alto que el de Haití. Las escenas de gente comiendo
de la basura que revuelven es una imagen cotidiana de Venezuela y ha dado la
vuelta al mundo en escenas repugnantes que muestran cómo una dictadura
insensible degrada al ser humano hasta ese extremo. Eso es lo que está pasando en
Venezuela: la gente se muere por falta de medicamentos y remedios en los
hospitales. Miles de mujeres embarazadas cruzan a Colombia por tierra para
parir a sus hijos allí, pues en Venezuela morirían por falta de gasas y hasta
de aspirinas para tratar a los cardíacos..
Cuando digo que el principal enemigo de
la dictadura madurista es el pueblo, no exagero. Un 83% de los venezolanos rechaza
el gobierno de Maduro. No aguantan más y quieren que se vaya de una vez. La
dictadura sólo puede sostenerse a costa de una represión brutal. Para los que
no vivimos en Venezuela, el gobierno de Maduro es un gobierno chavista. Para los chavistas Maduro no es un chavista,
es un traidor a Hugo Chávez y a la Revolución Bolivariana, el traidor más
grande que tuvo el chavismo y que ha pisoteado el legado ideológico y político
de Chávez: la Constitución de 1999. Los chavistas hablan de una "dictadura
madurista" que ha pisoteado la Constitución Bolivariana y sus principios
de democracia participativa. Si algo ha sido la llamada Revolución Bolivariana ha
sido una revolución democrática a través del sufragio y de la movilización
democrática y popular del pueblo. La Constitución del '99 es el credo, los Diez
Mandamientos de la Revolución Bolivariana. Finalmente, esta revolución
democrática ha sido revertida y ahogada totalmente en el gobierno de Nicolás
Maduro. Es un proceso de derechización completo hasta desembocar con el golpe
de Estado en un neofascismo estalinista.
Pero, ¿qué ha pasado con la Revolución
Bolivariana? ¿En qué rumbos, en qué caminos, en qué encrucijadas se perdió para
siempre? ¿Dónde está el pueblo chavista, "las masas rojas rojitas"?
No hay chavistas en la calle, las concentraciones de Nicolás Maduro no existen.
Para engañar a la gente, la televisión del gobierno pone videos de la época de
Chávez como supuestas concentraciones de Maduro que se transmiten en las
famosas “cadenas” del régimen que cortocircuitan la vida diaria de los
venezolanos.
¿Pero cómo el proceso de la Revolución
Bolivariana ha llegado a revertirse de tal manera hasta haberse transformado en
una contra-revolución abierta, en un Termidor?
DATOS
Deuda externa: la deuda externa de
Venezuela es de 178.000 millones de dólares, sus exportaciones se han
desplomado a 26.000 millones de dólares anuales. Venezuela es el país más
endeudado del mundo. (Entrevista a Ricardo Hausmann, Clarín, 26/08/2017).
Corrupción: en los últimos 17 años se
han robado de PDVSA y del Estado nacional 475000 millones de dólares, que han
fugado al exterior. (Sumarium.com, 15/03/2016).
Pobreza: el salario de un trabajador es
de 15 dólares al mes. Venezuela es el país más pobre de América, mayor que
Haití, con un índice de 82% de pobres y un 52% de familias sumidas en la
pobreza extrema. (El Nuevo Herald,
17/02/2017).
Alimentación: casi un tercio de la
población, 9,6 millones ingieren dos o menos comidas al día. El porcentaje de
quienes comen tres veces al día bajó del 88,7% al 67% entre 2015 y 2016 y el de
los que hacen dos o menos comidas aumentó de 11,3% al 32%. Siete de cada diez
entrevistados reportó haber perdido peso en una proporción de 9,7 kilos. Un 54%
de los niños padece algún nivel de deficiencia nutricional. (El Nuevo Herald, 17/02/2017).
Salud: La
Federación Médica Venezolana señala que los 300 hospitales públicos del país
sólo cuentan con un 3% de los insumos necesarios para tratar a los pacientes.
Desde 2014 faltan toda clase de suministros médicos.
De acuerdo con la
Federación Venezolana de Farmacias, desde 2015 la escasez de medicinas es del
80%. Medicamentos de uso diario para tratar la diabetes o la hipertensión son
casi imposibles de encontrar y su escasez subió al 95% el año pasado.
Antibióticos, fármacos antiinfecciosos y antibacterianos son prácticamente
inexistentes. Y los medicamentos que sí se encuentran disponibles tienen
precios que nadie puede pagar y sobrepasan el sueldo mínimo de 65,000
bolívares, el equivalente a 13 dólares.
El problema es igual de
agudo en el sector hospitalario. Según la Encuesta Nacional de Hospitales de
2017, publicada en marzo por la ONG Médicos por la Salud en conjunto con el
Observatorio Venezolano de Salud, al 76% de los hospitales públicos les faltan
medicinas. Al 81% de ellos también les falta material quirúrgico, catéteres o
sondas. El 86% tiene sus equipos de rayos X dañados. En el 94% los tomógrafos
están averiados y en el 44% de esos hospitales los quirófanos están cerrados.
(Mariana Zúñiga, "Crisis del sistema de salud en Venezuela",
Gatopardo.com)
VENEZUELA UN PETRO ESTADO, LA RENTA ES EL EJE DE LA POLITICA INTERNA: LA
LUCHA POR CAPTAR LA RENTA PETROLERA
Venezuela es el país con las reservas
más grandes de petróleo en el mundo, (300.000 millones de barriles de petróleo)
y uno de los gigantescos productores de barriles de petróleo que inundan el
mundo del hidrocarburo. La economía de Venezuela gira alrededor de la renta
petrolera, que depende de las subas o bajas del precio del barril en el mercado
mundial. Esta situación es determinante para la sociedad venezolana y su
historia económica y política. Lo fue en el siglo XX y lo es actualmente en el
siglo XXI. Daniel Lara Farías, internacionalista y conocido periodista
venezolano, nos dice lo siguiente:
(...) pienso que el problema de
Venezuela no es el chavismo, no es la mal llamada IV Republica, no es un
problema de adecos (Acción democrática) y copeyanos (COPEI), el problema de
Venezuela es el rentismo petrolero que se ha convertido en una caldo de cultivo
para que cada cierto tiempo un grupo o una persona que pretende establecer su
hegemonía política, financie con la renta petrolera esa hegemonía política.
Desde el militarismo andino del siglo XX, hasta la irrupción de Acción
Democrática de 1945 a 1948, pasando por lo que significó ese nuevo militarismo
trocado en perezjimenismo, y luego la propia democracia, tuvieron el rentismo
petrolero como fuente casi inagotable para financiar proyectos políticos . A
medida que la propia dinámica del rentismo, la corrupción y el clientelismo se
van acentuando, y a medida que la propia sociedad va degenerando, van
apareciendo expresiones más putrefactas dentro de esa dinámica que produce la
renta petrolera. En los 40 años de democracia tuvimos una clase política que al
inicio no contaba con los niveles de renta que hoy existen, y era gente que
tenían otra formación y otra forma de ver las cosas, y que de alguna manera
guardaban las formas. Podemos decir que desde el punto de vista personal se trataba
de gente honesta, pero a partir de 1973 (guerra árabe-israelí de Yom Kipur),
cuando entra todo ese dineral, la sociedad decide que la clase política que
desea tener es aquella que reparta esa renta y no importa si roba en el
proceso. Esa clase que reparte y roba comienza a degenerarse y cuando se acaba
la renta, como ocurrió a partir de los años 80 y 90, entonces no se señala al
rentismo como problema, sino que se señala a la clase política porque no está
repartiendo bien y se lo está quedando todo. En ese momento surge este elemento
vengador que es el chavismo, que en ninguna parte de sus planteamientos
iniciales habla de acabar con el rentismo petrolero, vamos a tener otro
fenómeno como el chavismo o inclusive peor. (La Razón, 21/08/2017).
Edgardo Lander, sociólogo, profesor
titular de la Universidad Central de Venezuela, investigador asociado al Transnational Institute, es una persona
vinculada desde hace varios años a los movimientos sociales y a la izquierda de
su país. En el año 2006 fue uno de los organizadores del Foro Social Mundial
realizado en Caracas. Lander aportaba una luz esclarecedora en una entrevista
realizada el 23 de marzo de este mismo año:
Hace
tres años caracterizaste la situación en Venezuela como la “implosión del modelo petrolero rentista”.
¿Ese diagnóstico sigue vigente?
Lamentablemente, los problemas
que pueden caracterizarse como asociados al agotamiento del modelo petrolero
rentista se han acentuado. El hecho de que Venezuela ha tenido 100 años de
industria petrolera y de Estado-centrismo girando en torno a cómo se reparte la
renta ha conformado no sólo un modelo de Estado y de partido, sino también una
cultura política de imaginarios colectivos de Venezuela como una país rico, de
abundancia, y la noción de que la acción política consiste en organizarse para
pedirle al Estado, Esa es la lógica permanente. En el proceso bolivariano a
pesar de muchos discursos que aparentaban ir en la dirección contraria, lo que
hizo fue acentuar esto. Desde el punto de vista económico se acentuó esta
modalidad colonial de inserción en la organización internacional del trabajo.
El colapso de los precios del petróleo simplemente desnudo una cosa que era
evidente, cuando uno depende de un commodity
cuyos precios necesariamente fluctúan.
(...)
¿Qué
sucedió con los procesos de participación social bolivarianos?
Hoy en Venezuela hay una
desarticulación del tejido de la sociedad. Después de una experiencia
extraordinariamente rica de organización social, de organización de base, de
movimientos en relación a la salud, a las telecomunicaciones, a la tenencia de
la tierra urbana, a la alfabetización, que involucró a millones de personas y
generó una cultura de confianza, de solidaridad, de tener la capacidad de
incidir sobre el propio futuro, uno suponía que en momentos de crisis había
capacidad colectiva de responder. Por supuesto hablo en términos muy gruesos,
hay lugares donde hay mayor capacidad de autonomía y autogestión . Pero en
términos generales se puede decir que la reacción que se vive hoy es más en
términos competitivos, individualistas. De todos modos creo que quedó una
reserva que en algún momento puede salir a flote.
¿Por
qué no pudo mantenerse esa corriente de participación y organización?
El proceso estuvo atravesado
desde un principio por una contradicción
muy seria, que es la contradicción entre entender la organización de
base como procesos de autogestión y de autonomía, de construcción de tejido
social de abajo hacia arriba, y el hecho de que la mayor parte de estas
organizaciones fueran producto de políticas públicas, de promoción desde
arriba, desde el Estado. Y esa contradicción se jugó de manera diferente en
cada experiencia. Donde había experiencia organizativa previa, donde había
dirigentes comunales, había una capacidad de confrontar al Estado; no para
rechazarlo sino para negociar. Además, a partir del 2005 hay una transición del
proceso bolivariano desde algo muy abierto, desde un proceso de búsqueda de un
modelo de sociedad diferente al soviético y al capitalismo liberal, a tomar ya
la decisión de que ese modelo es socialista, y a una interpretación del
socialismo como estatismo. Hubo mucha influencia ideológica cubana en esta
conversión. Entonces estas organizaciones ya empiezan a ser pensadas en
términos de instrumentos dirigidos desde arriba, y empieza a consolidarse una
cultura estalinista en relación a la organización popular. Y eso le ha dado
obviamente mucha precariedad. (La Diaria,
23/03/2017).
Nicmer Evans, uno de los líderes políticos del chavismo crítico, del chavismo
socialista y democrático, y uno de los pensadores más lúcidos de la izquierda
venezolana, señala lo siguiente en una serie de varios artículos publicados en
aporrea.org:
El petrosocialismo es una
variante del modelo socialista, inédito en el mundo, que ocurre cuando un país
monoproductor energético, transforma su sistema político, en función de
colectivizar y generar equidad en cuanto a la distribución de sus rentas,
afirmándose socialista sin haber transformado aún su cultura de mercado, lo que
impide un desarrollo más rápido de sus fuerzas productivas, y sobre todo
éticas.
Nuestro país, sin cambiar el
modelo productivo que lo sustenta, seguirá siendo un interesante esfuerzo
reformista, pero distará mucho de ser un país con modelo propio , que podríamos
llamar “Socialismo Bolivariano”, sino incide de manera determinante en la
transformación de su sistema productivo petrosocialista, y no transforma su
modelo cultural de mercado. ("El petrosocialismo de la IV y de la
media", 14/05/2008, aporrea.org).
Aún cuando debo confesar que el
término “boliburguesía” me causa profunda preocupación por la connotación de
deterioro que refleja en parte de sectores sociales vinculados al proceso revolucionario
que protagoniza nuestro país, no dejo de asombrarme de su vigencia, incluso
antes de su existencia. La “boliburguesia caraqueña” equivale al “nuevo
riquismo” adeco que desclasó a cantidad de
dirigentes políticos y sindicales que empezaron a acumular dinero de origen
incierto como consecuencia de la abundancia rentista, esto trajo como
consecuencia el surgimiento de una clase social hibridada, que ya para la época
actual está ubicada con la oligarquía más rancia de nuestro país.
El proceso revolucionario
en la actualidad tiene dos neoclases “on” Chávez, la “boliburguesía”, sector
social que se ha beneficiado directamente de negocios con el Estado, y que han
acumulado riqueza de manera sorprendente y ya son propietarios de medios de
producción, y la otra neoclase, la que no es boliburguesa, sino que
“boliburguea”, esto quiere decir, vive transitoriamente la vida de un
boliburgues sin tener la acumulación de riqueza necesaria para ubicarse en la
boliburguesía ya que no es dueño de medios de producción pero tiene la
capacidad de generar ingresos de múltiples fuentes del Estado. ("Yo
"boliburgueo", tú "boliburgueas",...", 30/09/2008,
aporrea.org)
En este momento el proceso revolucionario se
debate entre dos corrientes centrales de interpretación del socialismo
bolivariano: Aquellos que optan por reproducir el clásico modelo del stalinismo
orientado a una concepción de Capitalismo de Estado donde quienes predominan
son los burócratas, vs la corriente que promueve el Estado Comunal como
alternativa emergente y creadora de nuevas relaciones de poder desde la
democracia participativa y el Poder
Popular como principios de acción.
Hasta ahora la dirigencia con mando real de la Dirección Nacional del PSUV ha puesto en práctica todos lo elementos orientados a fortalecer al Capitalismo de Estado y la supremacía de la burocracia sobre el Poder Popular, pero emerge con fuerza, desde el seno de la juventud y de sectores organizados la tesis en construcción del Estado Comunal, que implica una concepción foucaultiana del poder que asume la necesaria conexión en red de nodos sociales que redistribuyen el poder, haciendo resistencia ante quien desea imponer el suyo: el burócrata, articulando un poder que suma y desborda la lucha proletaria ante la explotación y las reformas para definir acciones revolucionarios en contra del poder establecido, incorporando a sectores campesinos, juveniles, afro descendiente, mujeres, homosexuales, indígenas, y en fin todas aquellas víctimas del burocratismo. ("Capitalismo de Estado vs. Estado comunal", 20/10/2011, aporrea.org).
Hasta ahora la dirigencia con mando real de la Dirección Nacional del PSUV ha puesto en práctica todos lo elementos orientados a fortalecer al Capitalismo de Estado y la supremacía de la burocracia sobre el Poder Popular, pero emerge con fuerza, desde el seno de la juventud y de sectores organizados la tesis en construcción del Estado Comunal, que implica una concepción foucaultiana del poder que asume la necesaria conexión en red de nodos sociales que redistribuyen el poder, haciendo resistencia ante quien desea imponer el suyo: el burócrata, articulando un poder que suma y desborda la lucha proletaria ante la explotación y las reformas para definir acciones revolucionarios en contra del poder establecido, incorporando a sectores campesinos, juveniles, afro descendiente, mujeres, homosexuales, indígenas, y en fin todas aquellas víctimas del burocratismo. ("Capitalismo de Estado vs. Estado comunal", 20/10/2011, aporrea.org).
A lo interno del proceso político
liderado por el Presidente Chávez, se encuentra una intensa pugna de dos
corrientes de pensamiento que ejercen presión al momento de formular políticas
públicas en nuestro país: el Capitalismo de Estado por un lado, que alimenta la
indiferenciación del partido, el gobierno y el Estado, haciendo coincidir de manera permanente al funcionario del partido
con el funcionario de Gobierno, convirtiendo a éste en el decisor de las acciones
del Estado; por otra parte está la concepción del Estado Comunal, que pretende
la desburocratización de la acción de Gobierno, transformando las estructuras
del Estado, a partir del ejercicio de la Democracia Directa.
La vieja concepción
que plantea la vía al socialismo a través de la concentración del poder en el
Estado burgués (pretendidamente revolucionario) haciendo así ejercicio del
capitalismo de Estado ha demostrado su ineficiencia en el desarrollo del mal
llamado socialismo real. Versiones ineficientes e ineficaces de esto lo hemos
visto en el caso más palpable, la extinta URSS, y su versión stalinista del
socialismo que condujo a un desarrollismo industrial a costa del valor de ser
ciudadano a plenitud.
En nuestro país, aunque
no con tanta fundamentación ideológica, el burocratismo: soporte estructural
del capitalismo de Estado, se ha incrustado en la práctica de un número
importante de funcionarios públicos que al llegar al cargo por su discurso
revolucionario, es absorbido por el sistema burgués procedimental y
deshumanizado, olvidando que su función última no es “funcionar”, su función
última es “servir” al ciudadano sin olvidar su propia condición de igual.
Ejemplos abundan,
funcionarios que vienen de ser dirigentes comunales o sociales y al estar en un
cargo para la articulación del Poder Popular no sólo exigen tomar cita para
poder reunirse con quienes promovieron su designación, o casos donde el exceso
procedimental llega al punto de exigir a quien tramita dólares de CADIVI a
través de cualquier banco, no sólo el color de la carpeta y tipo de gancho con
el que deben ser presentados los recaudos, sino, incluso fijan el tipo de letra
y posición donde debe ser colocado el número de foliación de los documentos,
con el riesgo de que al funcionario del banco o de quien certifica los recaudos
por CADIVI determine la improcedencia para el acceso a divisas porque los
documentos no tienen separadores foliados o la carpeta sea de un color distinto
al normado. Estos son indignantes ejemplos del burocratismo que atenta contra
cualquier revolución que pretenda ser socialista en el siglo XXI.
El Capitalismo de
Estado es la corriente dominante en este momento ya que no deja de ser la vía
con menos incertidumbre en su aplicación, es una mutación del Estado Liberal
burgués, pero la dominación, el control y el poder se concentra en el
burócrata, quien en nombre de la revolución y del socialismo sigue
representando al pueblo mientras él se “prepara” para asumir el poder, el
problema es que esta transición se hace convenientemente infinita, mientras el
funcionario termina convirtiéndose en una nueva clase social distinta al
pueblo, que sustituye a la burguesa pero la reproduce en todo su estilo de
vida, menos en la propiedad directa de los medios de producción.
Sin embargo, emergen
con fuerza y a pasos agigantados la corriente desburocratizante, que asume la
posibilidad real y concreta del ejercicio del poder desde y para el pueblo, sin
mayor transición que la necesaria para la formación desde la acción misma del
poder.
Los burócratas le temen
al pueblo organizado, aquel que no cobra porque no es funcionario, aquel que es
servidor público por convicción, aquel que desde un Consejo Comunal o Comuna
entrega su tiempo y esfuerzo por el bien común y no pide remuneración a
cambio.
Mientras el Estado
Comunal se consolida, el Estado con sus instituciones burguesas deberá existir,
pero sobre una nueva tesis del Estado mínimo, ya no liberal, sino de un Estado
mínimo que de paso al Poder Popular como verdadero sostén y rector de la vida
social, un Estado mínimo que transfiera poder a las comunidades organizadas y
desburocratizadas, un Estado mínimo, con una burocracia eficiente y eficaz para
el apoyo al Poder Popular, para el estímulo a la producción industrial y articulador
de la planificación emergente del Estado, un Estado sin CADIVI y sin un
Ministerio del Poder Popular para las Comunas.
Sin embargo, los de
derecha e izquierda que actualmente se benefician del Capitalismo de Estado
dirán y seguirán diciendo por siempre, “burocratismo: divido tesoro”. Contra
ellos es la lucha. ("Burocratismo: divino tesoro", 23/10/2011,
aporrea.org)
Quienes fuimos parte
del gobierno del presidente Chávez, en mayor o menor medida tenemos algún grado
de responsabilidad en lo que hoy sucede. Pero quienes creyeron tener la razón
desde la oposición y no lograron convencer a las mayorías también son
copartícipes de lo que hoy es nuestra realidad. Aceptemos todos nuestros grados
de responsabilidad y salgamos adelante.
Mi responsabilidad ante
la historia es no haber sido más crítico de lo que he sido y de lo que soy, y
no hacer todo el mayor esfuerzo posible porque las propuestas que defiendo
lleguen a todos para el debate público.
Mi responsabilidad ayer
fue no haber logrado, a pesar del esfuerzo, que el sector más demócrata y
socialista del chavismo y del PSUV se impusiera legítimamente sobre el sector
autoritario y stalinista, quizá era muy joven, pero no hay excusas, asumo mi
responsabilidad...
Chávez tuvo cosas
buenas y malas en todo el proceso que acompañó dentro de la revolución a la que
fuimos llamados. De las cosas buenas fundamentalmente la repolitización, la
democratización de algunos espacios y el humanismo de sus políticas, y de las
malas tuvo dos errores fundamentales de los que fue responsable: la
permisividad ante la corrupción y la incapacidad de cambiar el modelo económico
rentista, pero su responsabilidad no lo hace culpable de lo que hoy, tres años
después de su muerte vivimos, los culpables de este desastre están vivos, y se
llaman Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Cilia Flores, etc.
Ante todo este
desastre, más y mejor democracia es el camino, y eso tampoco está en la MUD. Es
por ello que un diálogo por fuera de la polarización (aunque estén personeros
de estos dos bandos, los honestos que todavía quedan) de actores que tengan
propuestas para salir de la crisis, aunque disímiles y de paradigmas
antagónicos, es hoy imprescindible para lograr avanzar antes que el país se nos
vaya de las manos. ("Las culpas que tenemos y de lo que somos
responsables", 29/06/2016, aporrea.org)
Hoy el chavismo no sólo
está en el gobierno o su entorno, también está en la oposición, una oposición
de izquierda que no está de acuerdo con el gobierno de Maduro pero que no forma
parte ni pretende ser de la MUD.
El chavismo
oficialista, es el madurismo, que a su vez se divide entre aquellos que dicen
creer en Maduro y los que no creen en él, y aunque lo reconocen privadamente,
en público conservan las formas por intereses netamente pragmáticos. La verdad
es que estoy casi seguro que ninguno cree sinceramente en Maduro, pero entre lo
afectivo, doctrinario o prágmático se mantienen ahí.
El otro chavismo, el
crítico y en transición, no está en el gobierno, o son funcionarios medios o
bajos que muestran sus descontentos y son segregados o discriminados, pero
persisten por necesidad en los cargos.
Los que son críticos y
no están en el gobierno se debaten entre la lealtad racional y la desesperanza,
pero han decidido no ser parte de la MUD. Hay un último sector muy pequeño, que
han decidido pasarse a la MUD transitoria o definitivamente en cuanto a su
voto, pero la oposición de la MUD no ha sabido como captarlos de manera
definitiva.
Al final, la verdad es
que hoy existe una diáspora importante, por culpa de un desgobierno que va en
contravía de la expectativa de un gobierno chavista postchávez.
El futuro del chavismo
hoy se debate entre dejar llevarse por la inercia del desgobierno de Maduro,
tratar de hacer los últimos esfuerzos por rescatarlo o crear una alternativa
que reconstruya al chavismo en un mediano plazo, a pesar del desastre.
("El futuro del chavismo", 19/07/2016, aporrea.org)
El odio inoculado por la vulgar y
extemporánea aplicación del concepto de la "lucha de clases", hace
que hoy todos nos veamos como enemigos por un artilugio conceptual que lo que
busca es describir una condición, que entre otras cosas no es estática ni
univoca. El mismo Marx en una carta a Joseph Weydemeyer, del 5 de marzo de
1852, decía:
"…no me cabe el mérito de haber descubierto la
existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho
antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo
histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía
económica de estas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1)
que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases
históricas de desarrollo de la producción…"
Hoy, estamos en una fase histórica de desarrollo de
la producción distinta a la época de Marx, y aún más, distinta y distante de la
época de su texto fundamental "El Capital" y de su proclama política
en "El Manifiesto Comunista". En el tiempo, de hecho, se ha
comprobado que la vigencia de Marx está en su metodología y su ética, pero que
difícilmente podríamos aplicar sus planteamientos como dogmas. Hoy decir que la
lucha de clases conduce a la dictadura del proletariado y que esto conducirá a
una "abolición de todas las clases" no sólo es un buen deseo, sino
incluso más utópico que lo planteado por el llamado por él "socialismo
utópico", que en la práctica era mucho más realista.
Sin embargo debemos rescatar varios aspectos del
planteamiento de Marx para su reinterpretación en la contemporaneidad. Por
ejemplo, hoy Incluso la "lucha de clases" tiene niveles de respeto y
convivencia, no es fratricida ni existencial, tal como pretendieron platearla
algunos extremistas. Porque otro no sea de mi "clase social" esa
condición no me faculta para despreciar, segregar, exterminar, y mucho menos se
puede justificar que esto sirva como excusa para evadir el debate de las ideas,
y aún más cuando la lucha cambia, porque esta gira en torno a confrontar a un
enemigo común.
El avance de la democracia como modelo de consenso,
sobre el cual las ideologías buscan ser gobierno a través de la persuasión de
las mayorías, ha creado un poderoso muro de contención a los extremismos que
solo han leído "la dictadura" de la frase planteada por Marx de
"la dictadura del proletariado". Pero aún más, la democracia al final
desenmascara a aquellos que en nombre de ella se asumen "puros" e
"inmaculados" y creen que "solos" y "con el
pueblo" van a poder hacer política con "P" mayúscula, en
especial ante un gobierno neototalitario.
Todo este desarrollo viene a tres puntos
fundamentales:
·
Hoy el
conflicto de Venezuela no se resume en un conflicto de clases, en especial
porque aquí difícilmente existe una burguesía que enfrentar. Hoy lo único que
hay que enfrentar es una cúpula corrupta y neototalitaria.
·
Esa
cúpula neototalitaria pasó de ser un adversario político, para convertirse en
un enemigo de aquellos que defendemos, por distintos motivos y en distintas
expresiones ideológicas a la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela. Por lo tanto, no sólo es imperioso, sino urgente dejar el sectarismo
infantil, y articular tácticamente un frente antitotalitarista.
·
Un frente
antitotalitarista debe superar el control de otra vieja casta política
expresada en la MUD, para convertirse en un espacio despolarizado, que avance
con un objetivo común: superar el neototalitarismo para la restauración de la
vigencia de la CRBV y de la democracia.
Si esto no se logra, nos aplastarán a todos,
incluso a aquellos "puros" y "sectarios".
En lo personal, no me une nada con aquellos que
fueron cómplices de un golpe de Estado contra Chávez, pero ante un golpe de
Estado contra el pueblo, si debo tácticamente coincidir, me taparé la nariz, y
recordaré que hoy no es una lucha de clases, es una lucha de supervivencia de
todo el pueblo venezolano que no puede vivir de su salario porque un gobierno
ha decidido convertirnos a todos en mendigos y él en el único proveedor.”
“Por
último, a las fuerzas progresistas de izquierda en Venezuela y el mundo, que
defienden incondicionalmente al gobierno de Maduro, por pensar que es el legado
de Hugo Chávez, sepan que eso ya no es verdad, pudo ser y no fue, Maduro no es
de izquierdas, entrega nuestra soberanía y para lograr que transnacionales
sigan saqueando nuestras riquezas, disuelve la Asamblea Nacional para poder
autorizar más endeudamiento, empréstitos y desarrollo de empresas mixtas que no
generan sino más erosión y pobreza a nuestro país, saqueado por la IV y la V
República. ("Carta abierta a la izquierda democrática y al chavismo crítico...",
07/08/2017, aporrea.org)
LA CAÍDA Y EL INFIERNO
Lo que no
se pudo con los votos lo haríamos con las armas.
Nicolás
Maduro
La cúpula
chavista ha extraviado a la Revolución Bolivariana en el lodo y en la vía
muerta de la corrupción y el disparate (se robaron 475.000 millones de dólares
de PDVSA y del Estado, que se han fugado del país). Hace tiempo perdió el rumbo
del tiempo y de los hombres que aquí y ahora viven o sobreviven en un país que
se hunde en el hambre por la peor crisis económica habida hasta ahora en Venezuela.
La elite chavista esta parada en el puente del Titanic totalmente ebria,
encerrada en su discurso que se vuelve cada vez más absurdo, una nave de los
locos. La derrota en las elecciones
parlamentarias del 6 de diciembre
del 2015 fue un derrumbe estrepitoso. La oposición recibió 14 millones de
votos. No pudieron reaccionar, simplemente decidieron hacer de cuenta que no
habían perdido, que seguían teniendo la mayoría y que habían ganado las
elecciones. Pero simplemente no podían gobernar con las dos terceras partes de
los diputados de la oposición en contra. Nicolás Maduro ha entregado 150
concesiones mineras a canadienses, estadounidenses, rusos y chinos en el Arco
Minero del Orinoco, además de reservas petroleras y gasíferas a los rusos en la
Faja del Orinoco. Esta explotación produciría desastres ambientales en la selva
Amazónica y contaminaría ríos como el Orinoco y otros. Estos nuevos contratos
no fueron aprobados por la Asamblea Nacional. Ninguna medida se puede tomar sin
aprobación parlamentaria, como por ejemplo contratos de concesiones petroleras
o mineras a empresas extranjeras, o endeudarse ante bancos u organismos
internacionales. No podían aprobar el presupuesto. Lo único realmente sensato
que Maduro y sus acólitos podían hacer era renunciar y llamar inmediatamente a
elecciones generales a la presidencia de Venezuela. La oposición les pidió un
referéndum revocatorio, que está expresamente consagrado en la Constitución
chavista de la República Bolivariana de Venezuela, el súmmum de la doctrina
chavista de la Revolución
Bolivariana, hija predilecta de Hugo Chávez, que incorpora entre otros
avances la democracia participativa. La cúpula madurista decidió hacer caso
omiso de la Constitución y no convocó al revocatorio. Según el calendario
electoral estaba obligado el gobierno a convocar a elecciones regionales de
gobernadores y alcaldes en diciembre del 2016, pero tampoco las convocó. Las
elecciones presidenciales son para el 2018, pero parece que tampoco las convocará.
Según lo que se comenta el gobierno ha decidido no llamar nunca más a
elecciones porque sabe que las va perder. El 83% de la población rechaza a
Nicolás Maduro, quiere que se vaya, no dentro de un año, sino ahora mismo. Los
chavistas se han alejado en gran mayoría del gobierno. Al gobierno lo han
abandonado todos, incluso hasta los propios chavistas. En la locura del
suicidio decidió negar la democracia, destruirla totalmente, cerrar el
parlamento e imponer la dictadura con el ejército venezolano como instrumento
de fuerza bruta cuya cúpula de generales forma parte de la casta dominante en
Venezuela. Imponer la dictadura contra todo el pueblo venezolano, contra la
oposición y contra los propios chavistas, contra la democracia, contra la
revolución bolivariana, contra el Socialismo del Siglo XXI, contra el legado
político e ideológico de Hugo Chávez. Romper los principios que uno sostiene es
como romper un cristal muy frágil que está en la mente y el sentimiento de los
hombres. En cada paso que da la cúpula chavista se degrada a sí misma, se
ensucia de sangre y de lodo. Cada día se degrada un poco más. Me pegunto qué va
a quedar de esos hombres que se han convertido en traidores de la revolución
bolivariana, ladrones de miles de millones de dólares del Estado, asesinos de
su pueblo, golpistas, destructores de la democracia, cuyo enemigo es el pueblo
venezolano. ¿Qué queda de humano en estos hombres, después de tanto
envilecimiento?
La famosa Asamblea Nacional Constituyente (que no
la votó nadie) no es más que una farsa sucia para tratar de justificar lo
injustificable, que es pisotear la legalidad y la soberanía política expresada
en la Asamblea Nacional (resultado del voto de 14 millones de venezolanos y
venezolanas que votaron para elegirla) y de esa manera pisotear la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela.
Maduro tiene enfrente un pueblo alzado que no está dispuesto a permitir
que asesinen la democracia, porque sería lo mismo que asesinar al pueblo entero
de Venezuela. Porque efectivamente la democracia no es un pedazo de papel. La
democracia son los millones de venezolanos y venezolanas que salen a la calle a
enfrentar los gases y las balas de los represores de la dictadura.
MACBETH
No temeré a la muerte y a la destrucción
Hasta que el bosque de Birnam venga a
Dunsinane
(...)
MACBETH
A usar tu lengua viniste. ¡Rápido las
noticias!
MENSAJERO
Mi noble señor,
Debería informar lo que creo haber visto.
MACBETH
Dilo de una vez
MENSAJERO
Mientras montaba guardia sobre la colina, miré
hacia Birnam, y, de pronto, me pareció
Que el bosque empezaba a moverse
MACBETH
¡Miserable, mentiroso!
(...)
MACBETH
Mi firmeza vacila y empiezo a dudar
de las astutas palabras que el diablo fingía
ciertas:
“No temas hasta que el bosque de Birnam vaya a
Dunsinane"
Y ahora un bosque se acerca a Dunsinane.
Buenos Aires, agosto de 2017
Hola queria y necesitaba su correo para un cometnario
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